Columna de opinión: Educación no presencial y calidad

“En educación estamos viviendo una oportunidad y no lo sabemos”

“Hoy, enfrentamos un escenario con una pandemia sin precedentes, la que no sólo ha afectado la salud física de la población mundial, sino además nuestra manera de relacionarnos con otros, trabajar, estudiar, comunicarnos y disfrutar nuestro entorno.

Esta situación nos ha llevado a asumir nuestra vulnerabilidad y demandar de nosotros mayor flexibilidad, capacidad de adaptación y humildad, invitándonos a detener la sobre-exigencia, reflexionar, mirarnos y dar valor a lo que muchas veces pasamos por alto. Es aquí, donde los docentes se alzan como actores claves para acompañar a los estudiantes e inspirarlos a construir vidas más plenas, saludables, felices y con sentido, rol de guías que se puede desplegar con gran fuerza a través del trabajo formativo que están realizando bajo la modalidad no presencial de clases.

El rápido devenir tecnológico, estudiantes que son nativos digitales, la implementación de aulas compartidas (donde pueden participar docentes de otras instituciones o países como invitados),  la posibilidad de visitar  museos y bibliotecas del mundo gratuitamente, más los esfuerzos de los propios docentes para aprender y capacitarse, son elementos que hoy hay que valorar y sumar a un proceso de enseñanza-aprendizaje que involucra emociones, vínculo, confianza, buena fe, acompañarnos y por sobre todo esperanza; a pesar que en ocasiones puede fallar la disponibilidad de internet, computadores o certezas sobre lo que sucederá cuando esto pase. Debemos inspirarnos en la esperanza.

Entonces, ¿en qué debemos concentrarnos? En mantener el vínculo personal profesor-estudiante; innovar y diversificar nuestra forma de enseñar, poniendo siempre al estudiante al centro de un proceso de construcción del conocimiento; desarrollar la capacidad de autogestión; la noción de aprender a aprender, la confianza y la esperanza.

Esta es una instancia para fortalecer valores y reconocer en el estudiante sus conocimientos, experiencias previas y recursos personales, sin perder la vista su contexto en el hogar. Además de esto, tenemos la oportunidad de cultivar y practicar competencias sociales imprescindibles para la vida en sociedad; como son la empatía, solidaridad y respeto mutuo para relacionarnos presencial o virtualmente.

Esta es una oportunidad de planificar la utilización de recursos variados, motivadores y altamente efectivos, que inviten a crear, adaptar y aprender permanentemente. Aquí, la entrega de retroalimentación debe ser constante en ambas vías, desde una mirada donde todos estamos aprendiendo juntos. El foco no es la nota, nunca debió serlo, sino el aprender y prepararnos para la vida; una buena vida, con sentido.

Lo que estamos aprendiendo sobre esta modalidad de enseñanza no lo pondremos en la basura cuando esto pase, la educación no presencial vino para quedarse y complementar lo presencial: estamos viviendo una oportunidad y debemos saberlo”.

 

Helga Gudenschwager Grüebler (M.A)

Psicóloga Educacional

Directora PROENTA-UFRO